En repetidas oportunidades estamos pidiendo permiso a los demás para hacer o para ser lo que anhelamos en nuestro interior. Eso no me pasó a mí a los 11 años cuando el médico me diagnosticó que sería “diabético”, “insulinodependiente”, “de por vida”. Cuando recibí ese mandato lo primero que hice fue preguntarme si yo estaba tranquilo, si estaba en paz “siendo” de esa forma; automáticamente mi respuesta fue que no, que no quería dejar de ser Matías.
Por allí siento que va la vida en nuestra aventura de ser seres sustentables: en el descubrirse día a día e identificar qué no es natural para mi cuerpo y en la comprensión de que tenemos una capacidad innata e intuitiva de sanarnos, llámese de una enfermedad, como sanarnos de una emoción o una relación insana. La ecología no es ni más ni menos que saber en dónde estamos viviendo, reconocer nuestra relación con los otros organismos con los que convivimos y respetar cada una de estas partes.
En mi experiencia de vida, tiempo atrás, comprendí que no estaba siendo ecológico conmigo mismo, que mi cuerpo sufría de opuestos constantes entre lo que precisaba para un equilibro natural y, por otro lado, lo que estaba alimentando a mi cuerpo. Entendí que debía comprender que yo no era solamente Matías: dentro mio había organismos vivos que debían y se merecían tener una ecología natural. Así, poco a poco, fui eligiendo ver al alimento diario como un conjunto de organismos que me ayudan a mantener viva mi ecología interna y, asimismo, yo los ayudo a mantenerse vivos a ellos. Una simbiosis perfecta, pero fácilmente alterable.
La ecología no es ni más ni menos que saber en dónde estamos viviendo, reconocer nuestra relación con los otros organismos con los que convivimos y respetar cada una de estas partes.
Cuando comemos alimentos procesados o industrializados, o también medicamentos de laboratorio, nuestra ecología interna se encuentra con moléculas que no reconoce como alimento y que pueden resultar tóxicas. Un alimento industrializado o un fármaco puede tener, para algunos, puntos a favor, pero siempre tiene contraindicaciones. Ocurre lo opuesto cuando nos encontramos con alimentos que mantienen una vitalidad y una simbiosis constante con el medio en el que viven: vamos a tener un alimento con energía, con la vitalidad que será el alimento para nuestro organismo, manteniendo un cuerpo orgánico y sustentable. Este tipo de alimentos hace que nuestro cuerpo sea ecológico y que, ante cualquier falta de vida o de salud, dispongamos de organismos que trabajarán incansablemente para mantenernos sanos.
Aquí llegamos al punto ideal: organizados y armónicos por dentro. Desde aquí vamos a poder cooperar con el medio ambiente. El planeta tierra precisa de nosotros para mantener una ecología natural y ordenada. Precisa que entendamos sus procesos, sus órdenes y sus ciclos para poder ser sus constructores. Necesita que le demos vitalidad, energía, amor, coherencia y que trabajemos incansablemente para él.
Fui eligiendo ver al alimento diario como un conjunto de organismos que me ayudan a mantener viva mi ecología interna y, asimismo, yo los ayudo a mantenerse vivos a ellos. Una simbiosis perfecta, pero fácilmente alterable.
Si nosotros no nos hacemos cargo de nuestro ambiente, algún órgano de él se puede perjudicar y comenzar con los desórdenes. Si en cambio nosotros tenemos en cuenta y evitamos hechos como el ensuciar con residuos tóxicos la tierra, echar metales pesados al mar, producir vapores y aerosoles industriales a la atmósfera o simplemente alimentarnos y alimentar a nuestros semejantes con materiales no reales en la naturaleza, podremos prevenir los incidentes y las crisis que están sucediendo. Cada uno de nosotros, como seres y constructores del mundo, podría aportar un grano de arena para formar un gran desierto de esperanza y fe.
Si nosotros no nos hacemos cargo de nuestro ambiente, algún órgano de él se puede perjudicar y comenzar con los desórdenes.
Para lograr esta actividad, primordialmente necesitamos tener alegría, entusiasmo, fe, esperanza y amor por uno mismo y por los semejantes. Elementos que, sin lugar a dudas, son los cimientos para fomentar una conexión real de la humanidad y generar PAZ INTERIOR.
Matias Amadasi
Embajador de Paz
www.matiasamadasi.com
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