Hay una energía que nos toma, nos convierte de un estado de neutralidad y nos lleva a la oscuridad mas fría del alma, el enojo.
Mas allá de como lo expresemos, saquemos, comuniquemos, el enojo es como una cápsula que guarda un dolor muy inmenso.
Imaginemos que algo nos es dificil de conseguir, ejemplo ordenar el cuarto. Me cuesta tanto que cuando por fin me decido, guardo tiempo, dedico esfuerzo, tiempo, ganas que cuestan, pongo foco, lo mejor de mi para por fin lograr eso que tanto necesito y hace tanto quiero... lo logro y que pasa, un agente externo viene y me arruina ese estado tan valioso y que tanto me costó conseguir es un instante. Ahí aparece el enojo. Es el dolor acumulado de "no poder tanto tiempo", de haber querido y "no haber honrado tanto tiempo esas ganas inmensas de habitarme de cierta forma". Es el dolor por no haber registrado algo externo, todo mi sacrificio, mi sufrimiento, mi esfuerzo, mi tiempo invertido pero y aquí la cuestión, lo que nos DUELE es que nosotros debemos registrar eso para y hacia nosotros mismos.
Se trata de detenernos, decir, pensar, sentir: "esto me cuesta, por alguna razón, esto me lleva mucho esfuerzo, cuando por fin lo logro siento todo mi esfuerzo se derrumbarse, que no sirvió, que nadie me valora, etc... AHI REGISTRAMOS.
Luego será reconocer que aún no entendemos por qué nos pasa esto, pero ya lo estamos viendo, está ahí esa dificultad. Ahí nos estamos HONRANDO el proceso.
Desencapsular el dolor, vernos en el otro. El otro aun no conecto con la energía de registrar al otro, su orden, su energía, no la honra, el otro somos nosotros también, solo que nosotros al ver el dolor, ya estamos registrando la herida, lo que esa herida causa y lo que aun no podemos lograr por no haber trascendido esa prueba.
Cuando el otro se transforma en una expresión de nuestro yo del pasado, nos acercamos, le damos una mano, ayudamos en su proceso de registrar, allí con nuestro acto amoroso de poner limites y explicar nuestra situación: Esto es valioso para mi, le estoy dedicando mi vida y mi esfuerzo para lograrlo, quisiera que lo registres y respetes o te retires.
Cuando hacemos esto, no estamos esperando del otro lo que nosotros aun no tenemos y estamos trabajando, dejamos de dar por supuesto que el otro debe saberlo y nos esta haciendo algo a propósito, dejamos de lastimarnos a nosotros mismos con todo lo que creemos que puede estar pasando. Simplemente no está el código para resolver.
Crecer juntos es probar que nuestro amor está disponible para todos, sanando nuestro vinculo con esos que fuimos, esas actitudes nuestras del pasado, sanando nuestro presente inmediato, estamos construyendo una nueva dirección, y acercándonos a la mejor versión de nosotros mismos.
Gracias por enojarte, gracias por enseñarme, gracias por ver tu dolor, amarte y por atenderlo. Gracias porque en el vinculo, el otro aprende a resolver o registrar la parte que le toca/duele de eso que le genera el enojo.
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